lunes, 10 de septiembre de 2012


Necesitamos un Newton


La ley de la gravitación universal significó entender, por fin, el sistema solar y la caída de la manzana. Ahora volvemos a estar perdidos.


Tenemos mucha suerte. Había infinitas posibilidades, pero resultó que la única que es, es la más adecuada y la más cómoda. Tenemos suerte porque nuestro universo es algo en vez de nada. También porque ese algo se ha ordenado y ha permitido nuestra existencia, nuestra evolución y nuestro cerebro. Y lo mejor de todo, somos afortunados porque podemos entender el mundo, el universo y las leyes que lo rigen. Es el origen de la cosmología, la evolución a la astrofísica y la promesa de descifrar el gran misterio. 

Hemos hecho una versión del cosmos que nuestra razón puede entender.Hemos llenado el universo de número, relaciones, patrones, fuerzas, leyes y predicciones. A los ojos de Eduard Salvador, astrofísico y profesor de la Universidad Politécnica de Catalunya, "nuestra concepción del universo se basa en teorías físicas y en la observación del universo". Y a partir de estas herramientas diseñamos teorías tan brillantes como la del Big Bang.

Newton parece la clave para este modelo de origen y evolución del universo. Salvador nos convence "la teoría de la gravitación es prácticamente la única que necesitamos para el modelo del Big Bang". Y todo eso, por una manzana que se atrevió a caer justo encima de Isaac. Pero aquí es donde encontramos el verdadero valor de la ciencia y su avance: observar un fenómeno (la manzana que cae) responder con los conocimientos hasta el momento y después, ir más allá; mirar a la Luna. De esta manera Newton nos ofreció el mayor regalo de todos, nos enseñó que la fuerza que movía los planetas era la misma que actuaba en la Tierra. Ya no eran dos mundos diferentes. Todo estaba al alcance, el espacio exterior se antojaba, de repente, más cerca. 

Ahora podemos aplicarnos el cuento, porque la situación no es tan diferente. La física cuenta con dos grandes teorías principales: la relatividad general y la mecánica cuántica. Funcionan muy bien, las dos, pero son incompatibles entre sí. Cada una funciona en su mundo de aplicación (el macroscópico y el microscópico respectivamente). Necesitamos un Newton capaz de encontrar la nueva ley que una los dos mundos. Está por supuesto la famosa teoría de cuerdas, de la que todo el mundo ha oído hablar, pero que menos gente entiende. Es cierto que soluciona el problema de la incompatibilidad. Pero la complicación está en su demostración.

Aquí se nos acabó la suerte. Propone hasta 11 dimensiones, de las cuales la mayoría no interactúa con nada y por tanto no tenemos demostración física de su existencia. Si no es demostrable, no es ciencia. Desde el punto de vista de Javier Cilleruelo, matemático de la Universidad Autónoma de Madrid, para resolver un problema nunca hay que olvidar el enunciado que intentas responder: "A veces [los problemas] requieren crear nuevas herramientas y teorías. Hay quienes, sin embargo, una vez creada la nueva teoría, se entretienen a sacar punta a la misma olvidándose de cuál era el problema original.". Quizá sea le momento de buscar nuevas herramientas científicas.

Hemos aprendido que podemos explicar cuando encontramos simetrías, patrones que se repiten; esto son las matemáticas. Pero para entender, necesitamos organizar esas pautas en sencillos principios, que son los que conforman la física. Ahora seguimos por el mismo camino mientras esperamos un nuevo Newton.


Elena Vázquez / Máster en Comunicación Científica, Médica y Ambiental

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